
.Editorial ADC Chihuahua.
* ¿QUÉ CELEBRA LA 4T?
El próximo sábado está marcado para la celebración, en el Zócalo, del séptimo aniversario de la Cuarta Transformación.
Estas concentraciones realmente se realizan casi cada tres meses para celebrar al régimen y mantienen un tufo de ratificación político-electoral.
Le deben costar a la Secretaría de Bienestar varios millones de pesos para “facilitar” las movilizaciones. Un box lunch, transporte y el mínimo de 500 pesos por persona, multiplicado por 100 mil o 200 mil asistentes, se convierte en una cantidad muy importante, sin contar los gastos oficiales propios de este tipo de mítines.
La pregunta central es: ¿qué se celebra?, cuando en el país la inseguridad y la violencia son crecientes; el sistema de salud está colapsado; la deuda pública es impensable; la inflación presiona; media nación está bloqueada por campesinos y transportistas; las protestas se multiplican y la corrupción oficial parece no tener límites.
Entonces, ¿qué celebra la Cuarta Transformación? En realidad, nada. Sólo es un intento de mostrar que “el pueblo está con el régimen”, aunque sea con puros acarreados, y crear una cortina de humo que cubra la ingobernabilidad que empieza a padecer México.
En la celebración no se hablará de La Barredora, el huachicol fiscal, el cártel de los notarios, la evasión fiscal, el narcogobierno, las imposiciones en reformas, el control del Poder Judicial y otras linduras que caracterizan al Gobierno actual.
El anticipo es que se impondrá la narrativa de la soberanía, el pueblo al centro, los adversarios conservadores y, por supuesto, hasta de Felipe Calderón.
Sólo faltaría que el invitado especial sea Andrés Manuel López Obrador, para que continúe presentando su libro y dudando de las capacidades de la presidenta Sheinbaum Pardo.
* LEY DE AGUAS PASA SIN CAMBIOS
Si no hay cambio de agenda, precisamente para no empañar el aniversario de la 4T, deberá entrar al pleno de la Cámara de Diputados la reforma a la Ley Nacional de Aguas.
La apuesta, en negativo, es que será votada por la mayoría de Morena y sus aliados, y no se le moverá ni una coma, como le gusta a López Obrador. De hecho, es su ley y no la de Sheinbaum Pardo.
De cumplirse, significará el despojo del agua para quienes la trabajan, se alimentan de ella y producen los alimentos que requiere este país.
Les quitarán la certeza y la oportunidad de trabajar el campo; sin agua no hay tierra que valga, menos en una región semidesértica como es el estado de Chihuahua.