Cuauhtémoc, Chih.- Normando H., un niño indígena de cuatro años, hijo de jornaleros, falleció tras caer a un pozo de casi 122 metros de profundidad en una huerta agrícola del norte de México. El accidente ocurrió la tarde del viernes 6 de junio mientras jugaba cerca del pozo, cubierto solo por una frágil cubeta plástica que cedió bajo su peso.
El menor quedó atrapado a 400 pies de profundidad en una zona angosta del pozo. Durante las primeras horas, pudo comunicarse con rescatistas y sus padres, lo que alimentó la esperanza. Equipos de emergencia y voluntarios, incluidos miembros de comunidades menonitas, se movilizaron de inmediato. Incluso se introdujo oxígeno y cámaras para monitorear al niño, y se comprobó que aún respiraba, aunque inconsciente.
Después de más de seis horas de intenso esfuerzo, un rescatista menonita diseñó una herramienta improvisada una especie de pinza de rescate que permitió sujetar al menor por un brazo. A las 10:30 de la noche lograron extraerlo, pero ya no presentaba signos vitales. A pesar de los intentos por mantenerlo con vida y los preparativos para trasladarlo a cuidados intensivos, Normando no sobrevivió.
El caso ha generado conmoción en la comunidad y reabre el debate sobre la seguridad en zonas agrícolas y el abandono de estructuras peligrosas.