
Ciudad de México.- La leyenda de La Llorona continúa siendo una de las más arraigadas en la cultura mexicana, especialmente en regiones como Xochimilco, donde habitantes aseguran haber escuchado lamentos provenientes de los canales durante la noche.
Aunque no existen pruebas verificables de su existencia, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explican que su persistencia responde a una combinación de elementos culturales y simbólicos profundamente enraizados en la identidad nacional.
De acuerdo con la antropóloga Angélica Galicia Gordillo, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, la figura de La Llorona tiene su origen en una fusión de creencias indígenas y europeas. En la época prehispánica, los cihuateteo, espíritus de mujeres muertas en el parto, lloraban por sus hijos y eran asociados con el agua y la muerte.
Con la colonización, el mito adoptó una connotación moral y religiosa: la mujer condenada a vagar eternamente por haber asesinado a sus hijos.

La especialista destacó que esta leyenda funciona como un mecanismo de transmisión cultural y control social, pues suele aparecer en relatos vinculados al consumo de alcohol, la infidelidad o las salidas nocturnas, sirviendo como advertencia colectiva.
Asimismo, señaló que su presencia se extiende más allá de México, con versiones similares registradas desde Guatemala hasta Costa Rica. Mientras la tradición oral siga viva, La Llorona seguirá recorriendo la memoria y los miedos de los pueblos latinoamericanos.