
Cd. Delicias, Chih.- Las sirenas que tantas veces acompañaron su andar no anunciaban esta vez una emergencia. Anunciaban despedida. En medio de un ambiente cargado de dolor, lágrimas y recuerdos, el mundo de los paramédicos se reunió este martes por la tarde para dar el último adiós a Ramón García, a quien todos conocían con cariño como “Ramoncito” o “Papá Pitufo”.

Durante años, su nombre fue sinónimo de entrega y solidaridad. Desde la antigua Comisión Nacional de Emergencias —hoy Comisión Estatal de Emergencias—, Ramoncito dedicó su vida a tender la mano a los más vulnerables, a responder cuando todo parecía perdido, a ser ese rostro de calma en medio del caos.

Su partida deja un vacío difícil de llenar en la corporación que lo vio crecer y servir incansablemente.
La ceremonia en su honor fue tan emotiva como merecida. Entre llantos, abrazos y silencios cargados de sentimiento, compañeros, familiares y amigos recordaron al hombre que convirtió el uniforme en un símbolo de esperanza. Las torretas parpadearon con solemnidad, las sirenas lloraron por él, y los rostros cabizbajos contaban sin palabras el profundo pesar que embargaba a todos.

El momento más conmovedor llegó con el último pase de lista. Al pronunciar su nombre, la respuesta unánime y entrecortada fue un “¡Presente!” que resonó con fuerza en el corazón de quienes compartieron con él incontables jornadas de servicio, acompañado de las sirenas rompiendo el silencio.

Así se despidió el gremio de un grande, de un ejemplo de vocación y humanidad. Ramón García ya no acudirá al llamado de la radio, pero su legado seguirá vivo en cada ambulancia que parta al auxilio, en cada vida que encuentre esperanza. Descanse en paz, “Papá Pitufo”.

